martes, enero 09, 2018

Andrómeda

Mientras te desnudaba, tu piel llenaba mis sentidos y el espacio físico de mi habitación. De tu piel se abrían constelaciones y galaxias, nebulosas y novas. El vacío entre una y otra estrella crecía al tiempo que yo me hacía chiquito, paralizado por el horror vacui y el pensarte inabarcable.
Clavé mis dedos en Orión, sabiéndolo inútil; eras eterna, y cada prenda tuya que caía te hacía más grande, y cada prenda mía me dejaba más desprotegido.
Me abrazaste, rodéandome de estrellas que me quemaron por dentro y por fuera. Mi respiración se agitó, y me hiciste gravitar a tu seno. de repente, el fuego de millones de soles que hay en vos se entibió a mi ritmo, con una generosidad que solo cabe en quién puede barrer galaxias con un dedo.

A la mañana siguiente, tus estrellas eran polvo en el piso de mi cuarto.

No hay comentarios.: