lunes, junio 12, 2023

Jacarandaño

Traje tus semillas de tierras de lejos,
Del patio de un amigo,
De mis canciones de infancia,
De mis sueños de niño,
de mi falsa nostalgia.

Te planté en tierras de arcilla,
De recuerdos de herencia,
De pasados fraternos,
De esperanzas ingenuas,
De sinsabores eternos.


Naciste vos, y tus cuatro hermanos.
Como cachorros, fueron repartidos con diferente éxito.

Uno se fue a la montaña como una ofrenda de amistad, que murió al primer invierno, en un ambiente hostil para sus sueños tropicales.

Uno se fue para el campo, a un par de manos verdes y sabias, y lejos de mi influencia crece hoy en día con vistas a ser un árbol grande y orgulloso

Uno se quedó en el patio donde nació, entre plantas bien cuidadas. Pero su innecesaria muerte fue culpa mía, y de mis malas indicaciones para sus cuidados.

Vos y tu último hermano, los más grandes de la camada, se quedaron conmigo. Ese primer invierno tu hermano murió, por culpa de los mismos malos cuidados que mataron a tu hermano del patio.

Y vos, agonizando.

Aguantaste bastante, considerando el maltrato y desidia qué recibiste. Pero reviviste de tu muerte de niño. Pequeño, con apenas fuerza para sacar un par de hojas, arrimado al borde de tus fuerzas.

Y ahí te abandoné en tu maceta pequeña, al costado de otras más grandes, con hijos de esta tierra, creciendo sin obstrucción. Cuando me acordé de trasplantarte, casi no tenías fuerzas. Tus raíces inundadas, en una tierra incapaz de respirar, se pudrían apretadas contra la maceta de plástico.

No te quedaron fuerzas, y tus ramas de secaron. Innecesariamente, te cortaron las ramas, y no te quedó opción para ganar. Y yo no visité más tu tumba en el patio.
Porque hoy creo que estas muerto, escondido entre la hierba, con la maceta invadida por los locales, sin nadie que te haya intentado ayudar. Tus raíces inválidas, desconectadas de otras plantas de tu historia.

Igual voy a tratar de revivirte, de creer que todavía tenés chance. Voy a limpiar tus raíces, darte un espacio, darte tierra, darte alimento. Y esperar.

Tal vez el calor del verano te dé un tiempo de ser vos de nuevo, de recordar la fuerza con la que llegaste, y ser una fuerza de vida de nuevo.

viernes, agosto 21, 2020

Manualidades.

Hace mucho tiempo aprendí sobre los peligros inherentes a andar por ahí desdibujando señoritas con palabras desespecificadas y vagas. He visto sus cuerpos, firmes y concretos, deshilarse hasta desaparecer en la línea de tinta al tiempo que ésta se esparcía en rulitos deformes sobre la hoja del cuaderno, siempre manchando mi mano mientras se deslizaba sobre los garabatos recién hechos.

Los años me han enseñado que éste es un juego peligroso, ya que se corre el riego de perder cosas valiosas en el disfrute masturbatorio de un otro. He visto perder el sentido a sonrisas importantes, apagarse inteligencias eléctricas y desgranarse inefables mazorcas de amistad y comunicación.

Pero hoy -con cautela y aprehensión- tengo que retomar la práctica, dado que la otra opción es el olvido, y eso es inadmisible. Mi mano tiembla, insegura, desaprendiendo aquello que le dije que no era bueno para ninguno de los dos.

Y pone sobre el papel esta oración, que asegura que tu pelo es una cascada de almendras, desprolija y ruidosa, deliciosa y tintineante, y que verte entre la multitud es como escuchar cascabeles entre las bocinas de la mañana.

Y sigue la mano, ya entrando en confianza, afirmando a quién quiera leer, que tu piel es un mar de crema, y que ella es un marinero nostálgico abandonado en un desierto de intolerancia a la lactosa. Se vuelve frenética apurando su tránsito sobre el papel, emborronando las palabras antes de que ellas te emborronen a vos. Tus verdades son más grandes, tus hilos mejor cardados, y mis rulitos de tinta caen ante la sólida trenza de tu existencia.

Ennegrecida por el mismo camino de tinta con el que pretende iluminarte, mi mano agradece a los dioses que hayan hecho tus sonrisas eternas, que sean la sombrilla del verano y la manta del invierno, gozosamente ignorantes de las inclemencias del tiempo en mi cabeza.

Pienso ahora en tus manos, y la mía propia, entumecida por la falta de costumbre de esto de andar anudando palabras sobre el papel, manchada y nerviosa, se detiene. No se cree capaz, desde lo mundano de su ser, de hablar de tus manos suaves, dadoras de caricias y sostenedoras de espadas, señaladoras de injusticias y apaciguadora de dolores y miedos.

Mi mano tiembla, y yo la entiendo. Juntos miramos el enchastre que hicimos en el papel, los jeroglíficos infantiles y nerviosos con que intentamos deconstruirte.

Tal vez ya sea suficiente; mi otra mano acaricia a la escribiente, aflojando sus falanges tensas, y ella es vos, y yo soy la primera, y ahora sé que no importa el desdibujo, porque ya estás dentro mío, y siempre tendrás alguna forma de aparecer y no dejarme olvidar.

lunes, enero 28, 2019

Retrato teórico de su persona.

Esta vez vamos a hacerla bien. Vamos tranquilos, desde el principio hasta llegar al final con orden y método, y que sea lo que sea, pero que sea un camino prolijo y reposado, con pausas programadas y reparadoras.

1º - Observación Inicial
Se yergue ante mí una presencia incomprensible y, por tanto, milagrosa.
A mi alrededor el tiempo pasa, los vasos se vacían y son reemplazados por otros que no tardarán en ser vaciados.
Pero frente a mí, y dueña de un vaso que también se vacía y es reemplazado, una sonrisa única, perfecta e inamovible, transita un buen trozo del rango de emociones humanas sin dejar de ser una sonrisa. No hablamos acá de una boca en una mueca sardónica, si no más bien del color que tiñe un rostro humano en su totalidad, esa emanación luminosa que baña cierto rango a su alrededor, haciendo a su entorno parte del ecosistema natural de dicha sonrisa.
No deja de ser interesante este punto porque, así como se extiende en una burbuja a su alrededor, la sonrisa queda claramente definida al enmarcarla en su origen. Su origen es Ella, y debe ser nombrada con el nombre que se nos ha otorgado para dicha tarea.
Pero una particularidad de los nombres es que definen cosas finitas, con límites, principios y finales. Cómo ese nombre que hemos aprehendido puede limitar lo ilimitable?

2º - Hipótesis
Desde el planteo metafísico de una realidad donde el equilibrio toma el lugar de la perfección deseada, entendemos el péndulo y nuestra apreciación lineal del tiempo como la base para aceptar que ese destino nos es imposible; la existencia es movimiento y transición, y el equilibrio es su némesis.
Considerando la posibilidad de transitar el tiempo no-linealmente (o, al menos, lateralmente) se puede presuponer un recorrido a través de este por una sucesión de instantes donde el péndulo se encuentra en su centro gravitacional. Se lograría un equilibrio atemporal, forjando una idea diametralmente opuesta a la de que un reloj roto da la hora dos veces al día, conformándose esta en la idea de que un péndulo está equilibrado dos veces por oscilación.
Ahora bien, este equilibrio lo es sólo en apariencia (pero qué no lo es, desde nuestro planteo metafísico); conforma una visión equívocamente sinecdocal sobre el péndulo, siendo parte de ese equilibrio percibido el dinamismo del ritmo que negamos.

3º - Metodología
Este es el planteo desde el cual intentaremos desarrollarla. Supongamos que el péndulo es su nombre (el de verdad, el legal, el socialmente aceptado), y su sonrisa frente a nosotros (mientras nos escucha y mira gesticular ampulosamente para llamar su atención) es ese corte lateral del tiempo, ese apasillamiento de momentos engañosamente iguales que se yuxtaponen dejando entrever tristezas y euforias que es imposible no existan a los lados del perenne equilibrio de esa sonrisa inmóvil en el tiempo.


4º - Conclusiones:
Nada. Ella es un tanque australiano en mitad de una pampa quejumbrosa de sed. Es el ingenio lento de lo natural, pero también es la calma violenta de un peñasco balanceándose sobre un grupo de bañistas despreocupados. Su sonrisa es gravitacional y entrópica a la vez.
Hablo, por supuesto, de la que es mía, de la que se me entregó en su nombre y que se construye meticulosamente bajo mi supervisión. Jamás osaría decirlo de la otra, de la real, de la que respira y sonríe. Probablemente también sea todo eso, pero no gastemos en molestarla con preguntas, que es una persona ocupada y los poetas flojos acá somos nosotros.