jueves, septiembre 15, 2016

Heladera

     Tres o cuatro días después del último concierto, Ricardo se dio cuenta de que la heladera no estaba funcionando. En cierto sentido, sí, mantenía su capacidad hermética y refrigerante, pero el funcionamiento general de una heladera depende de más que dos factores fácilmente reproducibles por otros artefactos; Ricardo sentía que la capacidad heladoril en general del artefacto estaba comprometida, pero siendo esto no más que una sensación abstracta de un individuo ignorante en materia de heladeras, decidió cotejarla con la opinión de un experto.
     Luego de no encontrar la guía telefónica por media hora, Ricardo decidió buscar entre los imanes de la heladera, y no tardó en encontrar uno que convenientemente tenía el nombre y número de teléfono de un técnico de heladeras. Así mismo notó que los dos o tres imanes que leyó antes de dar con el buscado contenían datos que sin duda podían considerarse útiles en diversas ocasiones.
Román tocó el timbre poco más de media hora después, y con la parsimonia de aquél que acostumbra entrar a casas ajenas y juzgar el estado de los electrodomésticos que allí se alojan, entró una vez Ricardo hubo abierto la puerta, saludado e indicado la dirección general en donde la heladera se encontraba.
     Apenas dedicando una mirada para reconocer el artefacto que debía inspeccionar, Román abrió su maleta y extrajo un pequeño aparato que Ricardo no reconoció, pero supo identificar como un instrumento para tomar determinado tipo de mediciones, y que si bien no representaba lo último en tecnología del área, poseía cierto aura de calidad que tal vez lo predisponía a ser útil por muchos años por venir, más allá de lo que el mercado denominase "tecnología de punta". En seguida lo metió en su bolsillo.
     Román se acercó a la heladera, y observo el frente y los lados, de manera lejana. Revisó la capacidad de las bisagras de generar un rango de ángulos adecuados entre las puertas de la heladera y la heladera en sí, y de lograr mantener con seguridad la posición de cero grados una vez el usuario hubiese así accionado.
     Metió la mano en la cavidad refrigerante así como en el espacio dedicado al congelamiento de víveres y enseres cuyo diseño requiriese temperaturas inferiores a cero. Con un suspiro, hizo aparecer nuevamente el extraño instrumento de medición, y lo introdujo en el espacio entre la heladera y la pared. Dado que no podía mirar el aparato, dedicó unos instantes a mirar a su alrededor mientras realizaba las mediciones, teniendo cuidado de no hacer contacto visual con Ricardo. Luego de un instante sacó la mano de atrás de la heladera, y con ella el instrumento. Lo miró, ajustó una perilla que seguramente controlaba una variable importante en la medición, y chasqueó sus dientes como quién descubre una certeza demasiado obvia para haber requerido un instrumento de medición.
     Con cuidado, introdujo uno de sus pies detrás de la heladera, a una altura considerablemente más baja de lo que había metido la mano, y dio una pequeña patada. El motor de la heladera emitió un quejido que rápidamente se transformó en un zumbido que llenó el aire por el resto del día.
     Román no le cobró demasiado a Ricardo, pero sí un viático que no correspondía.

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