martes, octubre 04, 2011

Mar Chiquita.

Navego por la orilla, apenas remando.
Todo es blando, ocre y azul;
Se respiran casas a lo lejos.
La orilla no existe.
Yo, la canoa, las cañas.
A mi izquierda la laguna es eterna.

Me alejo un metro, apenas.
Bordeo las ramas de un ombú seco que se asoma del agua.
Al doblar, veo el campamento.
El fuego ya está listo. Pusieron el mantel.
Dejo la canoa flotar a la deriva, un instante.
Se va hacia la orilla, girando.
Guío el giro con el remo.
Me preocupo de que el sonido corresponda.

Controlo la canoa.
Doblo con gracia al retomar el camino.
Dirijo la proa, acelero la marcha.
Un pejerrey salta a lo lejos.
Me distraigo un momento.
A mi derecha la laguna es eterna.

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