lunes, junio 04, 2007

Domingo

Sobre la cordillera brumosa se levanta otra mañana pálida y azulina. Los vapores del alcohol empiezan a exiguarse sobre la base de mi cuello y los brillos glamorosos del baile ya no son más que lentejuelas en el piso. Mi ropa está arrugada, y mi vista se pierde entre la humedad del piso y el taconeo de un par de zapatos que no le pertenecen a la mañana.

Un nuevo catarro se mezcla con la disfonía en mi garganta y se reparten las molestias ocasionadas. Ya nada queda del perfume de la víspera, y el desodorante pica en las axilas. Las medias perdieron la tensión sobre las pantorrillas, y hay grava y arena en mis zapatos. Se proscriben las risas y la melancolía se adueña del nuevo domingo.

Aún resuenan en el tímpano el sobre agudo de las canciones de moda, las risas ajenas y exuberantes, y aquél pequeño disturbio que no pasó a mayores. La conciencia de la diversión vana y las neuronas muertas. “Quién te quita lo bailado” haciendo eco contra las meninges.

Se rumorea por lo bajo, y sin que nadie lo escuche realmente, que es el momento de partir; nadie quiere hacerlo. Todos nos divertimos, todos anhelamos la perpetuidad de la risa y el mareo relajante. Nadie quiere saber de asados en familia. Nadie quiere irse de ese par de párpados que se esfuerzan en mantenerse abiertos para vernos un segundo más de lo indicado. Todos esperamos que la rotación no se tarde tanto como siempre: después de todo, estamos en invierno.

Pero mañana es lunes

2 comentarios:

theremin dijo...

Te extrañaba!!!
Me encanta que hayas escrito de nuevo, ahora te linkeo.

Por otra parte, hace mucho que no vivo así un domingo. Pero que los hubo, los habrá.

*Tu* dijo...

Es inevitable volver a esos lugares de los que en esos momentos quisiste escapar, y añoraste tu almoada y tu colchón undido justo en el lugar más calentito de tu cama...
hace varias semanas que no siento presisamente eso... es extrañable ese estado??
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