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-No entiendo- me dijo. La miré sorprendido, todavía con el brazo rígido extendido hacia ella.
-¿Qué no entendés?-.
- Esto. No entiendo esto, que significa esto-. Y miró un tanto despectivamente la flor que le estaba ofreciendo.
-¿Esto? Esto, nada. Es una flor, un regalo. ¿No te gusta?-.
-No, me gusta... Báh, no sé. ¿Porqué una flor?-.
-No sé... es para decirte que te quiero. Que te tengo cariño. No sé. ¿No es lo que se usa? Sos mina, te regalo una flor... Es como normal-.
-Normal-.
-Báh, normal... es una forma de decirte que te quiero. Es como decir "te quiero", pero de otra forma-. Bajé el brazo, y evité su mirada, tratando de encontrar un lugar donde dejar la flor y ojalá desviar el tema hacia algo más afortunado.
-No, si eso lo entiendo. Pero ¿vos me querés decir que me querés? ¿Es eso?-.
-Y sí, flaca. Pero te lo quería decir con la flor, no así con palabras-.
-¿Cuál es la diferencia?-.
-Primero- suspiré, con ganas de meterme la flor en el culo-, porque sentí que decir "te quiero" era aún más burdo que este asunto de la flor. Segundo, porque aunque lo intenté, no se me ocurrió que decir después de "te quiero"-.
-A ver, probemos-.
-¿Que probemos qué?-.
-Decirme "te quiero"; probá, yo creo que no puede ser peor que lo de la flor-.

La miré, buscando una respuesta. Se acomodó el flequillo arriba de los lentes, en un movimiento desinteresado que aprovechó para rascarse una ceja, ceja que se había levantado vaya uno a saber porqué, mientras sus ojos pispeaban la revista, y sus rodillas cruzadas se bamboleaban al ritmo inquieto de su pie derecho.

-Te quiero- y ahora sí me miró, sonriendo, al tiempo que cerraba la revista.
-Yo también te quiero- y ahora me mostraba todos los dientes, y los ojos tenían algo nuevo, como culpa juguetona, o algo así, que no entendí en el momento. La miraba, y pensaba que de repente se le había ocurrido regalarme toda su belleza.-¿Y?-.
-¿Eh? ¿Y, qué?-.
-¿Qué, no me vas a besar?-.