jueves, diciembre 20, 2007

Alegorías

Si hay algo que me encanta en este mundo que no sea malo para mi cuerpo si lo consumo en exceso, eso son las alegorías. Me encanta ilustrar discusiones con ellas, y me encanta escribir guiones con personajes que son grandes sistemas metafóricos más que una entelequia simple y corriente.
Las alegorías deben ser la forma más básica de las formas poéticas; cualquier imbécil con un poco de imaginación y capacidad de abstracción puede generar una. Que se yo, por ejemplo… este vaso de Gancia que tengo al lado podría ser una alegoría. Los tres hielos era del mismo tamaño, y dos se redujeron notablemente. Uno de ellos había logrado sobrevivir, ser mejor que el común. Pero el Gancia se acabó, y mastiqué sin piedad los tres hielitos. Otra terrible alegoría sobre el esfuerzo innecesario y la búsqueda del éxito, si al final todos nos vamos a morir a manos de un dios vengativo.
Las alegorías son fáciles; y si uno es lo suficientemente testarudo, podría encontrarlas en casi cualquier lado. Y de eso vive un poco uno. Básicamente, lo que yo hago es contarle cosas simples y bastante obvias contándoles otras en su lugar; pero todos entendemos lo que se dice.

Y yo estaba feliz, en mi mundo de crucigramas de significantes, donde todo me representaba a lo otro, y podía con un simple oxímoron decir todas las cosas que no me animaba ni a pensar en voz alta. Y un día, desde lo alto de mi estantería, con dos ojos violetas de inocencia, una alegoría me asaltó sin dejarme ni siquiera amasar su significado.
El puto gato de papel maché, con toda la inocencia de sus manchas de vaca, me miraba directo a los ojos. Yo sentado en mi escritorio, escribiendo alguna estupidez de las que pongo acá, y el gato me clavaba sus ojos. La culpa de haberla dejado ir en sus ojos como pelotas. Por alguna razón, el gato había quedado en un lugar donde sus ojos se dirigían directamente a mí. Después recordé que lo había puesto así cuando era inocente su significado.
Con la mudanza, sus patas y su cola se rompieron. Su cabeza, incluso, se había semi desprendido. Ella me regaló el gato cuando la relación estaba en lo más álgido. Yo la dejé, peor conservé el gato, sin saber porqué. Me mudé, el gato sufrió el viaje, pero conservó su lugar.
Y en mitad de la pena de descubrir a la verdad haciendo metástasis en mis tripas, los ojos del gato me dijeron la alegoría del que fui víctima. Mierda, incluso si la hubiese escrito en un guión la hubiese desechado por cursi.
El gato era la relación que tuvimos. Ella me la había regalado, y yo no la había entendido. Peor la había tenido encima de mí, mirándome fijo. Mientras era fácil, yo no le di importancia. Dejé de cuidarlo, y el polvo lo cubrió, pero él seguía mirándome. Yo lo había dispuesto así. Roto y todo, yo lo conservaba. Y cuando su miraba empezó a acusarme, me di cuenta de mi error.
Ella me había regalado (inocente, ingenua y desinteresada) lo más puro que tenía. El gato era la confianza ciega de la persona más cauta del mundo. Y yo, tomándolo como si lo mereciera.
Haciéndome cargo de la alegoría de la que el Destino me hizo parte, se lo devolví, y le pedí que lo rearmara. Ella, con toda la voluntad, aceptó el pedido, pero no pudo. Quién sabe donde estará el puto gato ahora. De cualquier forma, ya cerré la alegoría:
Cuando se lo di, un trocito plano de la cola se desprendió, y lo guardé en mi billetera. Cada vez que la saco para pagar el Transantiago, siento la protuberancia, y me duele en lo más hondo.

Jamás voy a sacar ese pedazo del gato de ahí.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Debo confesar que soy amante de las alegorías y las metáforas, también.
Y había ido a ver a Robbie Williams, en octubre de 2006 (sabrás comprender sin necesidad de evitar la sorna que soy una fan empedernida de él, y que mi vida es lo suficientemente miserable como para considerar dos recitales los mejores días de mi vida).
Gracias por seguir leyéndome.

Anónimo dijo...

Volví para agradecer el elogio y para decir que me gusta mucho como escribís, valga la redundancia. Sinceramente son muy interesantes los temas sobre los que escribís y la forma en los que los escribís. Por eso te ganaste un lugar entre los links de mi blog (wow, qué hazaña! jajaja)

Anónimo dijo...

Me siento clichera (e inventadora de palabras) siendo el tercer comentario en la misma entrada, mejor así te incito a escribir, que escribís lindo. Vengo a agradecer yo esta vez, por el lugarcito en tu blog y por las felicitaciones cumpleañeras. Otro feliz cumpleaños atrasado para vos también, sagitariano!

Anónimo dijo...

Bueno esto me da miedo. ¿Cómo hiciste para encontrar shelovedhim si no lo publiqué en ningún lado?

moipaprika dijo...

Que cosa curiosa Sr. Joako.
Interesante el tema... ahora que lo decis, yo tengo un par de "objetos" que me miran fijo de relaciones pasadas, les voy a dar bola a ver si me transmiten algo.

felices fetes Sr.!

adieu

moipaprika dijo...

Que cosa curiosa Sr. Joako.
Interesante el tema... ahora que lo decis, yo tengo un par de "objetos" que me miran fijo de relaciones pasadas, les voy a dar bola a ver si me transmiten algo.

felices fetes Sr.!

adieu

Anónimo dijo...

Y lo cerré por eso, y evidentemente hice bien. No quiero que se relacione un blog con el otro. No adiviné, pero que algo tiene que ver, tiene que ver. Feliz Navidad para vos.

Berenizz dijo...

Alegorias... reite nomas pero si las pienso no me salen, salen solas cuando quieren.
Me gusta el significado que le das al gato. A veces uno se acostumbra tanto al otro que lo asume como "propio", como un drecho y deja de cuidarlo. "Ya no me enamorabas" me dijeron hace poco, y dilió admitir que tneía razón.
En fin, me re fui del tema.
Saludos sagitariano, felices fiestas!

La de Mameluco dijo...

y bueno... a ver si ahora que volvimos a la normalidad posteamos algo luego de tanto tiempo no?